Nadie te enseñó a disfrutar de las cosas sencillas,
lo que ocurrió es que nunca tuviste otra opción
y te enciendes y sonríes cuando pasan las nubes
aunque a veces sientas que no son muchos los motivos
y sí muchas las razones para volver al agujero
ese que te venía impuesto y al que muchos alaban
desde el llanto cómodo de los infantes feraces.
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