Lo tienes en la frente y todos señalan y ríen,
pero no hay espejos cerca y tu reflejo en el vaso no basta.
Liberas las muñecas de los cactus que desgarran tus venas,
rociando de rojo escarlata la levedad de sus palabras,
abrazando la grieta que te regalan de forma incesante,
madriguera de ratas muertas con olor a jazmín.
Son ciegos hasta los que dicen poder ver,
sordos por sus propios borborigmos,
es fácil ocultarte cuando nadie te busca,
ya nadie busca a nadie.
El gigante que parece acompañarnos a todos,
quizás nos sobreviva,
quizás nos imite de forma casi perfecta,
el chocar de dos rostros condenados,
las ganas de herir que nadie entiende,
pero nunca las manos cristalinas.
Amar es querer arrancar bocas a dentelladas.
1 comentario:
Acabo de aprender una palabra nueva... y de paso una nueva sensación. Tengo incertidumbre encima, algo de agradable desazón, y ganas de quedarme.
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